Rafa Balbuena
El equipo de arqueólogos del Peñón de Raíces lleva celebrando con unos días de antelación «el Día de Asturias más emocionante de nuestras vidas». Así lo manifestó ayer Iván Muñiz, codirector de la excavación, durante la presentación del último hallazgo obtenido en las ruinas del castillo de Gauzón: una moneda de oro visigoda, acuñada en Zaragoza entre los años 586 y 601, y cuya aparición está destinada «a cambiar y reescribir, en el buen sentido de la palabra, la historia de la Asturias de la Edad Media que conocíamos hasta ahora».
Con esas palabras lo resumió ayer en el Valey de Piedras Blancas la consejera de Cultura, Ana González, en la presentación de una pieza cuyas pequeñas dimensiones «no se corresponden con su valor arqueológico, que es incalculable», según afirmó con efusividad. Su satisfacción, compartida por la alcaldesa Ángela Vallina, precedió a las explicaciones que sobre la moneda dieron el director general de Patrimonio, Adolfo Rodríguez Asensio, y el propio Iván Muñiz, que confirmaron la importancia de un descubrimiento «casual, pero que justifica los esfuerzos hechos en esta excavación hasta ahora».
El hallazgo, efectuado en un primer momento por Sergio Muñiz, uno de los operarios del yacimiento, consiste «en un triente -moneda visigoda de oro- con la efigie del rey Recaredo, acuñada en Zaragoza entre los años 586 y 601», explicó el director de la excavación. Su importancia estriba tanto en la fecha de fabricación de la pieza, que además «es la más antigua de este período que se ha encontrado en Asturias», como por el material del que está hecha. Pero quizá lo más importante de todo consista «en el contexto en el que ha aparecido», añadió el arqueólogo.
«Esta no es una apreciación menor», afirmó Iván Muñiz, «puesto que hablamos del castillo de Gauzón, un enclave esencial para entender el medievo asturiano», y de una moneda «que indica que su poseedor tenía una elevada consideración política». Y esto es debido a que «los trientes sólo circulaban entre los miembros de la nobleza, como símbolo de gran ostentación y prestigio», y eso lo confirma «que tiene un pequeño agujero, hecho con suma delicadeza por un orfebre, para poder ser llevado a modo de colgante».
Para redondear la cuestión (rareza, valor material y entorno donde se encontró la pieza) hay un cuarto factor que apuntala su importancia histórica: la datación. «El triente fue fabricado en la época de Recaredo, probablemente el segundo rey más importante de la monarquía visigoda de Toledo». Esta época, el final del siglo VI y los comienzos del VII «son una época de cierto 'vacío' en la historia de Asturias, en la que se ha llegado a negar la presencia local de visigodos y en la que muchas cuestiones que nos interesan a los historiadores están sumidas en una incómoda oscuridad», añadió Rodríguez Asensio.
En base a esta circunstancia, el director de Patrimonio ponderó las investigaciones efectuadas con carbono 14, así como el trabajo sobre el terreno del equipo, que revela, en base a la antigüedad de las capas de tierra excavada donde se encontró la moneda «que quedó depositada en el suelo del entorno de Gauzón en una época muy próxima a la de su acuñación».
Iván Muñiz aclaró a este respecto que «se abre una vía para confirmar que en la época previa al Reino de Asturias hubo visigodos, o al menos contacto estrecho con la nobleza local». Las crónicas escritas al comienzo de la Reconquista «se esfuerzan en vincular la monarquía de Pelayo con la de Toledo», y esto ayudará a esclarecer «si era una invención para legitimar el reino o si la continuidad era real», añadieron los expertos.
Mientras las investigaciones prosiguen, la moneda es todo un símbolo. No sólo por su efigie, que representa con rasgos bizantinos al rey que oficializó el catolicismo en Hispania, sino por lo que tiene de punto de inflexión en el estudio del medievo asturiano. «Y es de justicia poética que el hallazgo casi haya coincidido con el Día de Asturias», concluyó un emocionado Iván Muñiz.
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