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domingo, 27 de octubre de 2013

El tesoro que espera el Museo FARO fotografía por primera vez el dolmen de Monte de Marxos, con pinturas megalíticas de hace 6.000 años


27.10.2013 | 00:00
El arqueólogo y director científico del plan de restauración, Fernando Carrera, en la primera imagen que se publica del dolmen. // G. Santos
El arqueólogo y director científico del plan de restauración, Fernando Carrera, en la primera imagen que se publica del dolmen. // G. Santos
Durante casi un milenio un grupo humano utilizó el dolmen de Monte dos Marxos, en Rodeiro, para realizar enterramientos. El sepulcro fue destruido en el año 2000 y sus impresionantes losas (de hasta 2,50 metros de alto) permanecieron a la intemperie durante un año. Dos de ellas tuvieron mejor suerte al permanecer bajo otras, de modo que se conservaron las pinturas con las que fueron adornadas hace 6.000 años. El arqueólogo Fernando Carrera encabeza los trabajos de restauración y, tras ellos, el Museo de Pontevedra será el primero en exhibir pintura megalítica.
A principios del próximo verano, de cumplirse el programa de trabajo en el que participan especialistas en Arqueología y Pintura de la Escola Superior de Restauración de Bens Culturais de Galicia, el Edificio Sarmiento del Museo recibirá al que está llamado a convertirse en una de sus grandes joyas: el dolmen de Monte dos Marxos.

Son en realidad dos grandes ortostatos, losas que atestiguan como ninguna de las encontradas hasta la fecha las tradiciones funerarias en el Noroeste pensinular hace 6.000 años.

"Este dolmen es muy especial por el estado de conservación, son pinturas muy delicadas, realizadas en arcilla, de modo que si se exponen a cualquier agua de lluvia o agentes así se diluyen", explica el arqueólogo Fernando Carrera, considerado uno de los principales expertos en pintura megalítica y director científico de la restauración.

Destaca que "en todos los dólmenes que están al aire libre las pinturas se han perdido, pero éste al haber estado cubierto por tierra se conservaba muy bien en el momento en que fue destruído, después influyó negativamente que estuvo más de un año al aire libre pero las losas que por casualidad quedaron por debajo conservan bastantes pinturas".

Otro elemento que hace muy especial a este dolmen erigido 1.500 años antes que la pirámide de Keops y cuya imagen se hace pública por primera vez, es su enorme interés científico: las 7 losas localizadas contienen "mucha información no solo sobre la tecnología que empleaban y la forma en que fueron pintadas las losas sino que vienen a confirmar efectivamente que los dólmenes se utizaban durante muchos años y se rehabilitan, se modifican las estructuras arquitectónicas y en ellas se realiza una labor de mantenimiento de la pintura".

Los especialistas estiman a partir de las dataciones por carbono que el dolmen de Monte dos Marxos fue utilizado durante apoximadamente 800 años. "Estamos hablamos de dataciones radiocarbónicas que indican que hay 500 años de diferencia entre diferentes capas de pinturas, es decir, el dolmen se pinta y medio milenio después se vuelve a pintar", precisa Fernando Carrera.
Otro aspecto sorpendente es que los materiales y decoraciones son muy semejantes a pesar del paso de los siglos, "lo que significa que hay tradiciones que permiven durante largo tiempo, mucho, independientemente de que las pinturas sean bonitas o feas lo relevante es que aportan una información clave sobre el hombre del Neolítico".
Esos grupos humanos adornaban el dólmen primero mediante un revoco blanco para que el granito adquiriese una textura más homogénea. Sobre él, pintaban generalmente en colores rojos y negros, los más abundantes en Galicia.
En la gran mayoría de los casos pintan dibujos geométricos cuya interpretación se nos escapa ya que desconocemos el lenguaje simbólico de esa antigua cultura. "Hay hipótesis, ideas, pero nada claro, creemos que son representaciones antropomórficas, creemos, porque no es una certeza, que cada losa podría ser un dios, un hombre, un sacerdote, un miembro significativo de cada familia o tribu", precisa el arqueólogo.
Éste ha trabajado en el dolmen desde el momento de su descubrimiento, en el traslado y también en el propio Museo, donde se llevaron a cabo las dos primeras fases de la recuperación.
La siguiente arrancará el próximo mes de enero y su complejidad está a la altura de la valiosa joya megalítica. "Es un trabajo extraordinariamente simple pero a la vez muy difícil, en el sentido de que las herramientas y metodologías son muy básicas, pero muy complejo en el sentido dado que es un material muy delicado, muy degradado, es muy difícil diferenciar qué es pintura y qué es piedra, y además en este caso hay dos capas completas, con lo cual exigirá ir con mucho cuidado".
La fórmula también incluye tiempo, paciencia, mucha documentación y mimo, todo el buen trato que el dolmen no recibió desde hace milenios. Paliar, ya que no podemos rectificar.

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