ISAÍ LÓPEZ
En la zona arqueológica de Bonampak, correspondiente al periodo clásico y que se localiza en la selva Lacandona, se encontraron 30 entierros que permiten conocer las costumbres de los antiguos pueblos respecto a la utilización de sus espacios públicos y privados, palaciegos, así como dónde enterraban a personajes de la élite.
El arqueólogo Alejandro Tovalín Ahumada, experto del centro en Chiapas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y director de los proyectos arqueológicos Bonampak y Lacanjá, enfatizó que de acuerdo con lo investigado los mayas hacían prácticas dedicadas a nuevas construcciones y ofrendaban infantes para asegurar la estabilidad de las mismas.
Indicó que el hallazgo se trata del entierro de prisioneros importantes con parafernalia riquísima en cuanto a las ofrendas como platos con viandas que acompañaban al difunto hasta el inframundo, objetos de uso relevante para el que era enterrado y vasijas de jade.
La mayor parte de los entierros sujetos a investigación fueron localizados en trabajos de explotación que datan de 1993 y 2009; también se encontró una gran plaza, una acrópolis, unidades habitacionales alrededor de la periferia de este centro político administrativo maya.
"No hay posibilidades de identificación de ninguno de los entierros debido a que no existe ningún jeroglífico asociado en vasijas, huesos, entre otros objetos, pero nos hace pensar que pertenecen a la élite gobernante; hay una forma de fechamiento que nos aproxima a diferentes momentos del sitio", subrayó Tovalín Ahumada.
El investigador del INAH añadió que mientras no haya ningún dato jeroglífico no se puede afirmar de forma contundente si está relacionado con algún gobernante que se menciona en Bonampak, el sitio tiene un enorme desarrollo desde el año 300 hasta el 800 después de Cristo.
En la actualidad las condiciones de conservación son adecuadas y se requiere de proseguir con las investigaciones, contar con presupuestos a fin de no detener las diferentes líneas de trabajo que se realizan, añadió el investigador.
Admitió que existen presiones locales de la zona Lacandona que es muy celosa de su terreno, pues a veces hay conflicto para que tengan el apoyo y la seguridad para efectuar su trabajo. "Este año no fuimos a campo debido a que no había esa condición adecuada de las autoridades en turno y decidimos mejor trabajar en gabinete", explicó.
"Seguimos estudiando principalmente tepalcates, los tiestos, los pedazos de barro que salen de las diversas excavaciones, eso nos sirve para dar cronología; hay otros investigadores en antropología física que siguen abundando en estos entierros óseos, sigue habiendo nueva información", acotó Tovalín Ahumada.
Tomado de: http://www.oem.com.mx/elheraldodechiapas/notas/n3176663.htm
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